Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
La historia de Pedro I de Castilla, desde que siendo muy joven muere su padre y debe ir aprendiendo a reinar, hasta que finalmente es asesinado por su hermanastro Enrique. Es la historia de un agrio aprendizaje, pues aprende a desconfiar y de ahí a ser un hombre sanguinario cuyo leitmotiv es la venganza. Aprende a desconfiar porque toda su familia sanguínea termina engañándolo de una forma u otra, incluso su propia madre llega a lamentar haberlo amamantado; porque todos quieren su parcela de poder, o llevar a cabo sus venganzas personales a cualquier precio. También es la historia de la lucha de dos hermanos por parte de padre por un trono y por una corona, aunque la lucha de Enrique es más la venganza por la muerte de su madre; también es la historia de amor de Pedro I con María de Padilla, a quien le reconoció su condición de reina una vez muerta, reuniendo a las Cortes para darle esta última dignidad.