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Sinopsis
Acodar es, siempre según el diccionario, -meter debajo de tierra el vástago o tallo doblado de una planta sin separarlo del tronco o tallo principal, dejando fuera la extremidad o cogollo de aquel para que eche raíces la parte enterrada y forme otra nueva planta-. Se dice así, "acodar" y "acodo" porque la forma resultante semejaría un codo hundido en la tierra, como un brazo que echara un pulso a la naturaleza: en realidad es lo que hace, al burlar de algún modo el ciclo natural de las cosas y echar nuevas raíces sin haberse separado del tronco madre, o padre. En la poesía de Javier Pérez Walias (Plasencia, 1960), siempre hay un pulso con los orígenes: esa tensión ineludible al pensar en nuestros familiares entre lo que nos une y lo que nos separa, y que en el desenfrenado narcisismo de nuestros días va perdiéndose.