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Publicado en el exacto inicio del siglo XX en una ciudad pequeña austral con grandes expectativas de modernización, Ariel modificó el pensamiento y la literatura en lengua española.
Sinopsis
Este elegante aunque austero folleto de José Enrique Rodó (Montevideo, 1871-Palermo, 1917) pronto fue reproducido, total o parcialmente en diferentes partes de América y, luego, en España, con prólogo entusiasta de Leopoldo Alas. Otros tantos intelectuales clave (Unamuno, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Sérgio Buarque de Holanda) sintieron el impacto de estas páginas en que se discutían las ideas de entonces y se proponía un modelo estético y político, bajo una escritura a la vez clásica y moderna. En lo sucesivo, Ariel no dejó de estar presente, para la aceptación o el rechazo. Por primera vez se cotejan todas las ediciones en libro en vida de Rodó, en un trabajo realizado por el investigador Pablo Rocca, quien establece críticamente el texto, al que acompaña con un prólogo, una precisa cronología biográfica y una bibliografía fundamental.
José Enrique Rodó nació en Montevideo el 15 de julio de 1871. Autodidacta, como gran parte de su generación en América, desde su infancia mostró una vocación muy fuerte por las letras. Hizo revistas manuscritas para su propio consumo o el de sus padres, produjo con Milo Beretta el periódico Los Primeros Albores para sus compañeros del primer instituto de enseñanza formal al que concurrió. En 1895 participó del grupo fundador de la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales. Ese año se inicia en la vida política, en el Partido Colorado, por el que más tarde será electo legislador en varios períodos, hasta su renuncia en 1916. Entre 1897 y 1899 da a conocer sus primeros trabajos en publicaciones formales bajo la denominación general de La vida nueva, entre los que se cuenta el estudio sobre Rubén Darío, que abrió una nueva perspectiva crítica. Con la publicación de Ariel, en 1900, cuando aún no había cumplido los treinta años de edad, crece su prestigio tanto en América Latina como en España, aunque pronto (y hasta hoy) aparecen quienes lo confrontan, tanto desde la visión política como filosófica o estética. Cansado de las disputas internas y ansioso por conocer Europa, Rodó acepta la oferta de ser corresponsal de la revista Caras y Caretas de Buenos Aires durante la Primera Guerra Mundial. Llegado a Portugal, pasó luego a España, a Francia, y por último recorrió Italia. En el sur, Rodó enfermó de tuberculosis y, en Palermo, el 1º de mayo de 1917, perdió la vida, solo e ignorado en un hotel de estilo neoclásico. A su prestigio se sumó este final melancólico que lo convirtió, pronto, en mito.