Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Pablo Ordaz y Antonio Jiménez Barca abordan, a través de 10 relatos testimoniales, uno de los temas pendientes de la historia de nuestro país: las víctimas del franquismo.
Este libro se compone de diez voces que relatan cómo era vivir bajo la dictadura de Franco. Domingo Malagón fue un exiliado comunista con vocación de pintor que pasó 40 años falsificando carnés para sus compañeros; Víctor Díaz-Cardiel fue detenido y encarcelado por organizar una huelga en Villaverde; Federico Armenteros, profesor homosexual, vio cómo un régimen brutal y retrógrado le torcía la vida para siempre.
Por estas páginas desfilan perfiles de mujeres activistas que malvivían con sus derechos recortados, de intelectuales acostumbrados a sortear la censura o de jornaleros andaluces que a su condición de explotados añadían la de amordazados.
El conjunto compone un retrato, no completo, pero sí representativo y directo, de cómo era vivir con Franco, algo que, tras 40 años, muchos parecen haber olvidado.