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Sinopsis
Dueño más que nunca de sus recursos estilísticos y de su versátil experiencia literaria, Azúa ha llevado a cabo en este soberbio libro un destilado de su vida mental, una verdadera autobiografía estética en la que, prescindiendo de la anécdota biográfica, consigue además narrar lo que hasta ahora ha sido el legado artístico y literario de Occidente, ese continente de signos, imágenes, palabras, mitos, leyendas, ideas y representaciones en el que han crecido, amado, sufrido y gozado varias generaciones de ciudadanos entre los años cuarenta y los últimos estertores del siglo XX. En tan sólo ciento cincuenta páginas, con un estilo afilado, nítido, poblado de imágenes imborrables e iluminadoras, Azúa consigue sintetizar la historia de la humanidad a través de sus representaciones artísticas y verbales. El libro está concebido en dos partes, no en vano el autor define el libro como una narración a dos voces. En la primera sección, acompañamos al autor a lo largo de un viaje apasionante, terriblemente lúcido y seductor, por las distintas imágenes que el hombre ha creado de sí mismo y de su entorno, desde la pintura rupestre, el arte griego, la irrupción de la cruz como símbolo dominante, el románico, el gótico, la pintura flamenca, Goya, las vanguardias y finalmente la defunción contemporánea del arte. Al mismo tiempo, Azúa comenta con enorme perspicacia cuestiones históricas, políticas y sociales que acaban conformando una gran pintura mural en la que se reflejan las sucesivas edades de la humanidad.