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Sinopsis
¡Vaya, el Brujo Pirujo!
No soy Pirujo. Soy Camuñas,
¡el que nunca se corta las uñas!
respondió el brujo, indignado.
No me tomes el pelo. ¡Eres Pirujo!
Que no. ¡Soy Camuñas!
Aunque resulte sorprendente, estamos ante el inicio de una gran amistad: entre un brujo que caza niños para su despensa y la que iba a ser su próxima víctima. Sin embargo, la inteligencia de la pequeña Blanca evitará que Camuñas la engulla. Además, propiciará que la vida de este personaje que nunca se cortaba las uñas, dé un giro de 180 grados.
Blanca es astuta como un zorro y lista como un búho. Camuñas, carente de estas dos cualidades, es presa fácil para el juego de confusión que inicia la niña cuando, una noche, el brujo entra en su cuarto para zampársela.
Blanca insistió, con paciencia:
No pongas cara de lelo y mírate el pelo.
El brujo se quitó el sombrero y, casi llorando, dijo:
¿Qué le pasa a mi melena?
¿Qué melena?
Pero si son cuatro pelos
¡Los pelos del Brujo Pirujo!
Ridiculizando algunas de sus características físicas, a las que Camuñas nunca antes había prestado atención, Blanca logra que el brujo dude de su identidad e incluso de que pueda comérsela y acabe huyendo a su casa, desencajado y hundido.
De este modo, el verdugo pasa a ser víctima. Y viceversa. No obstante, ni el texto de Margarita del Mazo ni las ilustraciones de la danesa Charlotte Pardi, nos incitan a creer que estamos ante un relato cruel o triste. Todo lo contrario. La historia rezuma humor, tanto a través de los ingeniosos diálogos de la habitual colaboradora de OQO, como de las divertidas y frescas imágenes con las que la artista danesa debuta en la editorial.