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Sinopsis
Si hoy se pregunta a un estudiante alemán quién fue el traductor de la Biblia a su lengua, muchos acertarán: Martín Lutero. Sin embargo, para los millones de cristianos protestantes de habla hispana que todos los días abren sus Biblias y encuentran en la primera página: traducción/versión Reina-Valera, el nombre de Casiodoro de Reina es de un completo desconocido. Su nombre aparece siempre unido al de Cipriano de Valera, otro español expatriado que revisó la traducción de Casiodoro introduciendo cambios aquí y allá, pero no alterando en lo sustancial el ímprobo trabajo hecho por aquel andaluz-extremeño universal.
Casiodoro de Reina pasó buena parte de su vida huyendo, instalado en la provisionalidad, cruzando fronteras geográficas, religiosas y culturales. Vivió y sufrió la España inquisitorial dentro y fuera de sus fronteras, la Ginebra de Calvino, la ultraortodoxia de calvinistas y luteranos. Fue un hombre de fronteras en aquella Europa del siglo XVI. Se alineó con todos los que creían que ideas y doctrinas no se podían imponer por la fuerza. La persuasión del corazón y la razón eran el único camino. Se contó entre los pacificadores en un mundo inmerso en una espiral de violencia política y religiosa que no hizo sino aumentar en el siglo siguiente.