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Sinopsis
Dos de estos relatos han obtenido el primer y segundo premio Luis Chamizo de prosa en extremeño, 2012.
Estos relatos están escritos con sentimiento, humor y el rigor histórico necesario para poder retratar de forma fidedigna como se vivía en el medio rural por los años cincuenta o sesenta, años difíciles de la larga posguerra. Entrelazados con la narración se muestran las costumbres y los saberes de entonces.
Son relatos de la tierra, de la naturaleza, del entorno rural, escritos en prosa poética no exenta de la dura realidad de aquellos años.
A través de las páginas, conoceremos los sentimientos de una muchacha durante la recogida de aceitunas, escenas de vareadores y apañadoras, el burro entrañable, protagonista y compañero del hombre del campo, el fantástico día de cine, la vida y la sabiduría de las mujeres rurales, el casorio, el dolor de la emigración, los veranos, la feria, la trashumancia, los lagares, la noche de lobos, el fuego, la muerte...
Cada narración tiene su propia personalidad.
Estos cuentos están escritos en extremeño o castúo porque es la lengua de la cual han emergido estos sucesos, estos personajes estas situaciones. La riqueza de palabras, las entonaciones, los giros, las expresiones representan ese otro paisaje humano que integra cada una de las escenas y sumergen al lector en esa atmósfera mágica de los relatos.
Debido a la cercanía con el castellano, esta lengua es de rápida comprensión.
Son relatos para ser leídos en voz alta, para darse el gusto de hablar en extremeño, en esa lengua dulce, rica, sentida y profunda que hemos conocido y que no debe perderse.
Viviremos los relatos, nos harán reír, nos harán llorar