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Sinopsis
Gustavo Durán fue uno de los personajes españoles más fascinantes del siglo XX. Amigo de Lorca, Dalí, Alberti, Buñuel y otros miembros de la generación del 27, Durán pronto se mudó a París con su compañero sentimental, el pintor canario Nestor de la Torre. La llegada de la República coincidió con su creciente conciencia política y, al estallar la Guerra Civil, Durán tomó las armas, revelándose como un extraordinario estratega. Su inteligencia y valor inspiraron tanto a Hemingway como a Malraux, que lo incluyeron en su obra. Tras la derrota republicana se exilió en Londres y, poco después, se casó con una rica estadounidense. Hemingway entonces le reclamó para ayudarle en sus acciones de vigilancia en Cuba, pero acabaron distanciándose, y Durán ingresó como diplomático para el servicio exterior de Estados Unidos y luego para la ONU. Trabajó en Argentina en un momento decisivo en que se intentaba evitar el regreso de Perón, recorrió el Congo de Lumumba y la convulsa Grecia de los años sesenta. Pero la mayor parte de su tiempo la dedicó a defenderse de las acusaciones que el Senador McCarthy le lanzó desde el comité de actividades antiamericanas. Cuando ya se había limpiado su nombre, murió repentinamente de un ataque al corazón.