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Sinopsis
Será frente a Francia y los Príncipes Alemanes, contra quienes Fernando Álvarez de Toledo, tercer duque de Alba, se consolidará como el gran general del emperador Carlos V. Su nombramiento en 1542 como Capitán General de España, lo convirtió en la principal autoridad militar de la Península. Su acertada defensa de la plaza de Perpiñán obligaría al monarca francés a desistir de proseguir con su esfuerzo de guerra en el frente pirenaico.
Pero, será en la campaña de Alemania de 1546-1547, cuando el de Alba se consolidará como el principal comandante imperial. Durante toda la guerra demostrará una superioridad táctica sobre sus oponentes, a pesar de contar con inferiores medios materiales y humanos, hostigándolos de forma continuada hasta provocar su dispersión. Al año siguiente los derrotaría de forma brillante en la batalla de Mühlberg, enfrentamiento en el que desempeñó un papel preeminente. Este triunfo habría de servir de poco, pues tras la revuelta de 1552 llegaría el periodo de los fracasos, el más sonado de los cuales sería el que sufrió ante los muros de Metz a finales de ese año. De este fiasco podría recuperarse en su campaña italiana de 1555-1557, donde logró derrotar a los ejércitos franco-papales y someter al levantisco Papa Paulo IV. Y todo ello, operando siempre en inferioridad numérica y con limitados recursos.