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Sinopsis
Ha llegado la hora de subvertir la idea de que el credo religioso merece respeto por sí mismo y de que se debería tratar con guantes de seda. Ha llegado la hora de rechazar tener que andar de puntillas al pasar junto a las personas que reclaman respeto, consideración, un trato especial o cualquier otra forma de inmunidad por el simple hecho de tener fe religiosa, como si tener fe fuera una virtud privilegiada, como si fuera más noble creer en afirmaciones sin fundamento y en antiguas supersticiones. Ha llegado la hora de decirles en voz alta a los creyentes que sus decisiones personales son irracionales y que sus elecciones en la esfera privada suelen ser dudosas, como ocurre con sus preferencias sexuales. Todo el mundo es libre de creer lo que quiera, siempre y cuando no moleste (ni coaccione, ni mate) a los demás; pero nadie tiene derecho a reclamar privilegios por el simple hecho de ser devoto de una u otra de las muchas religiones del mundo. A. C. Grayling denuncia la irracionalidad que entraña la fe religiosa y pone de relieve la necesidad urgente de reemplazarla por valores basados en la razón, la reflexión y la compasión.