Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Este segundo volumen de las cartas del director escritas por Pedro J. Ramírez tiene un mal final: su destitución al frente de El Mundo, el periódico que fundó hace veinticinco años. La génesis concreta de ese desenlace se detalla en el prólogo de este libro, pero son sus cartas, publicadas cada domingo al hilo de la actualidad, las que permiten al lector ir subiendo peldaño a peldaño las escaleras de unos tiempos dramáticos los de los presidentes Zapatero y Rajoy en los que la crisis económica avanza en paralelo a la crisis política y se confunde con la de los medios de comunicación.
Como hiciera en su día Larra, oponiéndose por igual a gobiernos moderados y progresistas incapaces de afrontar con eficacia los problemas de España, el autor se sintió obligado durante estos años de corrupción, paro y separatismo a criticar con dureza equivalente a socialistas y populares. Como venía ocurriendo desde comienzos de la Transición, su prosa brillante, cargada de referencias históricas y literarias, sirvió de cauce a la rebeldía ciudadana frente a los abusos del poder. Su elección fue clara: mientras había quienes defendían al PSOE y quienes defendían al PP, Pedro J. Ramírez se puso del lado de los lectores, del ciudadano de a pie, fiel a su lema de «publicar o perecer», aunque publicar supusiera a la postre perecer.