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Sinopsis
La visión actual del cacereño Antonio Hurtado (1824-1878) suele ser la de una figura de transición entre el periodo del primer romanticismo y las tendencias realistas, más propias de la segunda mitad del siglo XIX. Y es cierto que, según la parte que un lector seleccionase de su amplia producción, podría pensar en un romántico, un dramaturgo de alta comedia en la línea de Ayala o Tamayo, o un novelista que recuerda aspectos de Fernán Caballero o Pedro Antonio de Alarcón, ambos románticos rezagados, autores de transición al realismo, según marbetes muy generalizados en las Historias de la Literatura. En 1870 aparece Corte y Cortijo, que participa de la novela de costumbres, pero también de muy diversos subgéneros: es también una novela sentimental vertida en una de las opciones narrativas más asiduas de esta modalidad, la narración epistolar, que igualmente sirvió de vehículo de la transmisión de ideas reformistas en la Ilustración europea: en ese mismo 1870 se mencionaba a Antonio Hurtado, junto a Fernán Caballero, como una esperanza para la renovación de la novela española.