Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
El cuento empieza su andadura hace muchos siglos, evolucionando según las épocas y las modas literarias, y se consolida y alcanza su esplend or en el siglo XIX. Los subgéneros del cuento son muchos, con peculiar idades propias de cada uno o en heterogénea y armónica miscelánea, con rasgos comunes a otros géneros literarios afines. Al abrigo de los me dios de comunicación como sistema de difusión, y confundido a veces co n otros géneros periodísticos, la propagación en ese siglo es enorme. Su brevedad y concisión son un aliciente para su consumo y su expansió n. Los cultivadores del cuento lograron diferente fortuna. unos s e anclaron en un género arcaico, poco trabajado, que dejó de cultivars e (Bécquer). muchos fueron excelentes novelistas, pero sus produccione s cuentísticas no desmerecieron en absoluto su fama (Clarín, Galdós, P ardo Bazán). otros fueron mejores cuentistas que novelistas (Alarcón). algunos fueron narradores elegantes y de finísima percepción (Valera) .