Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
¿Qué es la creatividad? ¿Existe algún vínculo entre la forma de pensar de un gran científico y la de un gran artista? Para responder a estos interrogantes, este apasionante libro recorre las biografías paralelas de dos jóvenes excepcionales que, a comienzos del siglo xx, marcaron un hito en sus respectivos terrenos y en circunstancias sorprendentemente similares, pues ambos estaban entonces en la veintena y eran prácticamente desconocidos. Albert Einstein formuló en 1905 la teoría de la relatividad especial, y Pablo Picasso, con Las señoritas de Aviñón, echó por tierra casi cinco siglos de convenciones artísticas.Einstein y Picasso, que revela sorprendentes datos acerca de cómo vivían y trabajaban ambos genios, conecta el cubismo de Picasso con las ideas científicas y filosóficas de Henri Poincaré, y lo sitúa en el hirviente contexto intelectual del París finisecular. También nos cuenta cómo, hacia la misma época, Albert Einstein se vio forzado a buscar un puesto de trabajo en la Oficina Suiza de patentes, dado que ninguno de sus profesores confiaba en su porvenir académico. Y sin embargo, Einstein no tardó en sentar las bases de una revolución científica. Sin saberlo, el artista y el científico trabajaban en el mismo problema: hallar una nueva y más adecuada representación del espacio y el tiempo.