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Sinopsis
En la estructura narrativa se entrecruzan de El dialecto de la vida tres propuestas literarias para el lector, distintas y complementarias. Lo que comienza siendo una novela de viajes, con la persecución periodística de las huellas de Robert Louis Stevenson, se engarza con las reflexiones sobre el fracaso de la relación amorosa del protagonista con su mujer, y con la naciente y equívoca amistad entre el hombre maduro y el joven fotógrafo que le acompaña.
El escenario es Escocia, pero no la Escocia turística de los catálogos, sino la neblinosa, la de los pantanos, los castillos derruidos en lugares casi inalcanzables, los viejos bebedores de whisky que soportan un último trago acodados en la barra.
Alan, el maduro protagonista, indaga en sus recuerdos el modo de recobrar el amor de su mujer, pero la vitalidad del joven David, su inestabilidad e inmadurez, su continua fascinación ante todo cuanto hay a su alrededor, harán cambiar los planes de Alan y le llevarán a descubrir facetas de su propia personalidad que le sorprenderán e inquietarán.
Brumas, mucho y buen whisky, la memoria y sus deformaciones, jóvenes de aspecto seductor, reflexiones sobre la creación literaria, la impotencia de la filosofía ante la realidad, las calles de las obras de Stevenson, de los criminales de aquel tiempo, entrecruzándose con la vida de Alan y David son el caldo en el que se cuece una novela de intriga, de terror, de viajes y de amor, una novela, incluso, iniciatica para el David que descubre el mundo de mano del hombre maduro, al modo de los antiguos sabios griegos. Los destellos de humor de Savater son guiños al lector, oasis o tabernas- en el camino, para llegar al punto final, al punto en el que acaban todas las historias.