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Sinopsis
Una crítica a las fantasías del
naturalismo hípster
Desde pequeños nos trasmiten una forma de
situarnos en el espacio: la naturaleza puede
considerarse el lugar de aventuras épicas o el
escenario del aburrimiento absoluto; puede ser
un lugar para huir de la vida urbana, pero también
algo peligroso que evitar.
La naturaleza se ha ido convirtiendo en un objeto
de adoración, pero el ecologismo no requiere del
culto: la principal razón por la que se promueve
el cuidado del medioambiente es egoísta.
La humanidad maneja la naturaleza a su antojo:
ha creado una planta electrónica a la que cuidar
como un Tamagotchi, vende islas artificiales
con la forma de los continentes y sus países y
en Nueva York ya existe también el Lowline, el
primer parque subterráneo del mundo.