Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Una exquisita y sorprendente panorámica de la presentación y representación del jardín a lo largo de la historia y el arte.
El arte de los jardines es absolutamente inseparable de la idea de representación, siendo esta un elemento esencial inscrito en letras mayúsculas en el gran texto de la historia de los jardines. De hecho, el jardín mismo es a la vez presentación y representación. En las tradiciones más variadas y a lo largo de los siglos representa la idea de paraíso, es decir, una esfera trascendente e inaccesible, el lugar fuera de representación por excelencia. Por tanto, la presencia real del jardín se refiere visual y conceptualmente a un invisible mítico y lejano.
El jardín funciona también como representación de ideas o alegoría, expresa los conceptos y las voluntades de su autor o de sus dueños, ilustra programas preexistentes, «traduce» el discurso de la época y así sucesivamente. Una «escritura» semejante requiere pues «leer» los grandes jardines como forma ejemplar de la representatio, teatro o catálogo razonado del mundo que pone en escena de la manera más completa posible el saber de una época.