Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Todas las épocas tienen sus autómatas. Pero la edad dorada de los creadores de «anatomías vivientes» nace con los émulos del gran Jacques de Vaucanson, artífice del célebre «Pato con Aparato Digestivo», una criatura de cobre capaz de «comer, beber, graznar, chapotear y hacer sus necesidades en una palangana de plata». «Si no fuera por el pato cagón ùirónizó Voltaireù nadie recordaría la gloria de Francia!»
La imaginación popular se excitaría durante décadas con «el Turco» de von Kempelen, un autómata de notoriedad extraordinaria, jugador de ajedrez invencible que derrotaría a las mejores mentes pensantes del mundo, incluido Napoleón. De ahí solo hay un pequeño paso hasta las aterradoras fantasías de E. T. A. Hoffmann, Edgar Allan Poe o Ambrose Bierce, hasta las interpretaciones psicoanalíticas de Sigmund Freud, las malvadas andreidas de la Metrópolis de Thea von Harbou, La Eva futura de Villiers de lIsle-Adam o las apocalípticas predicciones de Isaac Asimov o Vernor Vinge.
«El autómata conserva una facultad inigualable para ayudarnos a delimitar los interrogantes acerca de nuestra propia naturaleza. El androide, instrumento de ficción formidable gracias a su fuerza metafórica, nos permite entablar una investigación metafísica y nos recuerda que el ser humano no ha hecho más que interrogarse a sí mismo al sacarle brillo a su propio reflejo.»