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Sinopsis
Desde que se inventó el violín, al final de la Edad Media, se le tildó de instrumento del Diablo. Estaba asociado a una música popular y lejana de la tradición cristiana y, además, se requería para tocarlo un brío y unos movimientos «espasmódicos» que, a los ojos supersticiosos, recordaban a los que podía realiz ar una persona endemoniada. Ni siquiera, cuando pasó a convertirse en pilar de la música clásica, pudo desprenderse del todo de esta mala fama. Debido a esto, a violinistas como Paganini, las malas lenguas les acusaron de poseídos o enviados de Lucifer.