Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Sus editores norteamericanos la rescataron en 1986, con un prólogo del autor, que reproducimos en nuestra edición, y, desde estonces, ya no ha dejado de reimprimirse una y otra vez. Y no es de extrañar. Porque En el punto de mira, que, según el propio Miller, escribió con una «sensación de urgencia» en el mismo año en que terminaba la segunda guerra mundial, ha ido adquiriendo con el tiempo como suele ocurrir con las grandes obras literarias un sentido más amplio, premonitorio, admonitorio incluso. Cuando el señor Newman fue perdiendo la visión y se compró unas gafas, sus amigos y conocidos empezaron a tratarlo con reserva y hasta con suspicacia. Y es que, de pronto, el aspecto del señor Newman pasó a ser el de un judío, aunque ni él ni la gente a su alrededor jamás hubieran reparado antes en ello. En la ciudad de Nueva York, en 1945, con el Frente Cristiano en pleno auge, tener semejante aspecto no facilitaba la existencia a nadie. A partir de ese momento, Newman se ve inmerso en una auténtica alucinación, la misma que va apoderándose de los que le rodean. En una sociedad obsesionada por el poder y el éxito, Newman, y la gente como él, los seres anodinos, aislados por el fantasma de su «diferencia», vienen a mostrarnos cómo una comunidad aparentemente civilizada y tolerante puede convertirse de pronto en una turba incontrolada y brutal. Cincuenta años después, ¿seguirán rondándonos los mismos fantasmas, las mismas alucinaciones?