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Sinopsis
La reflexión sobre lo sublime ha sido una constante de la historia del pensamiento, la literatura y el arte. Aunque los orígenes del término se retrotraen a la Antigüedad clásica, la modernidad imprimió al concepto el brío requerido para convertirlo en la categoría decisiva de la historia de la estética, la que más protagonismo habría de usurpar a la hasta entonces invicta belleza. En su conjunción con la experiencia del paisaje, lo sublime se alzaría además como el ángulo primordial desde el que experimentar estéticamente la naturaleza. Sobre este fondo se dibujan los estudios que, a partir de perspectivas académicas diferentes, componen este volumen: desde Milton a Machado, desde Darwin a Ortega, acogiendo entremedias a Shaftesbury, a Keats, a Balzac, a Bécquer, a Freud o a Santayanaà A ello se le acompaña de varias incursiones en el arte moderno y contemporáneo, y en formas de creación que, a primera vista, parecerían no estar vinculadas con lo sublime, como la danza o las obras públicas. Lo sublime no está en ningún lugar y puede estar en todos, es vacío y plenitud, cielo e infierno, lo grande y lo mínimo, rompe con el espacio y con el tiempo, y con el principio de realidad, también con el sujeto individual o con la colectividad, porque está dentro de nosotros, en el fondo de nuestra imaginación, de nuestro espíritu, más allá del principio de placer, allende el inconsciente.