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Sinopsis
Lejos de nuestros modelos, la palabra desorden suele designar la riada anónima del exterior. Querría señalar la fuerza ciega de una corriente humana y terrenal, impetuosamente aleatoria, de la que debemos protegernos. Pero éste no es un libro de ética al estilo usual. No opera con la contraposición del bien al mal, no busca un conjunto de prescripciones para una vida mejor ni una idea del deber que guíe la acción. No intenta que los hombres aprendan a conducirse en términos supuestamente morales, sino que cada uno asuma su indescifrable signo natal y le dé una forma de vida. El vínculo entre ética y alegría, entre moral y fuerza, ha sido peligrosamente olvidado. La disciplina no es reclamada por las señas externas de la organización, sino por el desarrollo interior de la potencia.
Este libro intenta actualizar la vieja certeza, oriental y occidental, de que las contingencias externas acaecen siempre con un orden oculto, remotamente inteligible. Según tal experiencia, el pensamiento no es en primer lugar un acto reflexivo que pueda o no realizarse, sino la turbulencia secreta de cualquier presencia material, por apacible que parezca. Lo mismo es ser y pensar, se afirma ya antes de Platón. Se trata de una experiencia vertiginosa y a la vez común, admitida en la más llana -aunque no siempre expresable- sabiduría popular. Si aquí se tiene la pretensión de defenderla, de modo suficientemente comprensible, es por la intención de mostrarla en la más cotidiana y banal actualidad.