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Sinopsis
«Parte del fenómeno comunista del siglo XX radica en la historia de una conspiración», escribe el conocido historiador francés François Furet en el prólogo a El fin de la inocencia. Y prosigue más adelante: «Por eso su historia pasa forzosamente también por el papel de los individuos [en la clandestinidad] (...), como si el obligado anonimato de sus existencias pusiera aún más en evidencia el esplendor de su misión. En este sentido, el libro de Stephen Koch es no sólo pertinente, sino apasionante».
Y, en el corazón mismo de esa gran conspiración, un personaje misterioso: Willi Münzenberg, un comunista alemán, militante anónimo, que, desde el París de los años treinta, no sólo orquestó la propaganda soviética, escudándose en la lucha antifascista en los mismos años en que Hitler y Stalin planeaban su triste alianza, sino que consiguió atraer a la «causa» la simpatía y adhesión de algunos de los más brillantes intelectuales de Occidente, como, entre tantos otros, Hemingway, Malraux o Aragon.
En un contexto capitalista, Münzenberg, refugiado en París en 1933, habría sido sin duda un magnate de la prensa. Entonces, gracias a su genial talento como propagandista, se convirtió en el gran maestro de la desinformación. Su poder de convicción parecía ilimitado y, desde los cafés de París, iba captando adeptos en todos los centros de influencia de las elites intelectuales, sociales y políticas de Occidente: controlaba periódicos, radios, productoras de cine y editoriales, y tejió una inmensa red, que iba desde la Universidad de Cambridge hasta Hollywood, pasando por el Frente Popular en Francia y el Partido Comunista en España durante la guerra civil. A través de la frenética actividad del oscuro personaje de Münzenberg, que acabó cayendo en su propia trampa, el autor nos va revelando poco a poco el complicado entramado de engaños, manipulaciones, juicios apañados, agentes dobles y violencia, en el que casi todos hemos creído...