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Sinopsis
La injuria y la alabanza a partes iguales han marcado su figura, hasta cubrirla de una larga capa de mitomanía. En la época en que Bruno murió acusado de hereje, en la hoguera encendida en el romano Campo de Fiori, ya había enseñado en Nápoles, Roma, Venecia, Ginebra, Francia, Inglaterra, Alemania y en la mágica Praga del emperador Rodolfo II. Su poderoso arte de la memoria y sus provocadoras ideas sobre la infinitud del universo habían atraído la atención del papa, de la reina Isabel, y de la Inquisición, que lo condenó a muerte en Roma como parte de un jubileo de duración anual. ¿Qué preocupaba más a la Iglesia, la subversión de su pensamiento científico o su doctrina herética? Rowland sigue los pasos de Giordano Bruno por la Europa del convulso siglo XVI donde cada verdad de la religión y de la filosofía se habían puesto en cuestión para mostrarnos las contradicciones y aciertos del pensador, porque entre bestias y dioses es donde el hombre encuentra su camino. De su visión emerge un Bruno sabio, honesto y consecuente que defiende sus ideas y su derecho a mantenerlas hasta el fin. Un pensador incisivo, a la altura de Erasmo, Shakespeare o Galileo, cuya visión del mundo preconfiguró la modernidad.