Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Estamos persuadidos de que esta obra de Covarsí pasará al clasicismo español para enriquecer y avalorar la biblioteca nacional venatoria y que los que nos sucedan y sigan los preceptos del arte cinegético, admirarán siempre aun en tiempos lejanos, lo que en los nuestros, con tanta modestia y maestría escribió su autor. (Sebastián Viteri. Revista El Cazador. 1921. Barcelona).
Acertada premonición la de Viteri en su crítica a Grandes Cacerías Españolas, cuyo segundo tomo aparece ahora. Pocos comentarios pueden añadirse sobre los libros del reconocido Montero de Alpotreque que, además, se nos antojan innecesarios para quien ya haya disfrutado leyendo cualquiera de sus títulos. Sirva otra crítica contemporánea a la obra para completar esta sinopsis:
Yo no sé qué misteriosa corriente de armonía, qué fuerza singular hay entre la forma y el fondo de las obras venatorias del originalísimo baturro recriado en Extremadura, que subyugan, dominan y enamoran al cazador de pura sangre que las lee, y que llega a sentir la alucinación de ser actor en todo aquello y acaba por creer que aquellos perros lo conocen y que son sus amigos aquellos monteros a quienes ve y habla... (Arbizu. Año 1920).