Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
The small town of CASTLE ROCK, MAINE has witnessed some strange events and unusual visitors over the years, but there is one story that has never been told...until now.
There are three ways up to Castle View from the town of Castle Rock: Route 117, Pleasant Road, and the Suicide Stairs. Every day in the summer of 1974 twelve-year-old Gwendy Peterson has taken the stairs, which are held by strong (if time-rusted) iron bolts and zig-zag up the cliffside.
At the top of the stairs, Gwendy catches her breath and listens to the shouts of the kids on the playground. From a bit farther away comes the chink of an aluminum bat hitting a baseball as the Senior League kids practice for the Labor Day charity game.
One day, a stranger calls to Gwendy: 'Hey, girl. Come on over here for a bit. We ought to palaver, you and me.'
On a bench in the shade sits a man in black jeans, a black suit coat, and a white shirt unbuttoned at the top. On his head is a small neat black hat. The time will come when Gwendy has nightmares about that hat...