Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
La Masonería nació el 24 de Junio de 1717 en una taberna londinense situada junto a la catedral de San Pablo, entonces en construcción. Era el resultado de la unión de cuatro logias o sociedades secretas operativas contra los Estuardo, que dieron origen a la Gran Logia de Londres, más tarde Gran Logia de Inglaterra; un frondoso árbol, lleno de ramas con magtices diferentes en ciertos casos, que nos llevan siempre al mismo origen. No habían pasado más que veintiún años desde el nacimiento de la Masonería cuando el papa Clemente XII la condenó en 1738. La historia de estos tres siglos, como cuenta Alberto Bárcena, es el de la incompatibilidad entre la Iglesia Católica y la Masonería, resumida en estas palabras de San Agustín: "Dos amores edificaron dos ciudades: el amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios edificó la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial".