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Sinopsis
La importancia del papel de Diderot dentro de la novelística del siglo xviii lo sitúa, junto a Sterne y Jean-Paul, como uno de los grandes precursores y uno de los primeros autores en cuestionar las bases sobre las que se asienta este género, que, por aquel entonces, comenzaba a imponerse a todos los demás. Obras como "Tristram Shandy" y "Jacques el Fatalista" quiebran el esquema clásico que servía de base a la narrativa desde la época de Cervantes y suponen una ruptura considerable con respecto al rigor estructural con que habían sido construidas las novelas de sus antecesores. El viaje de Jacques y su amo no es ni un cuento filosófico, ni un relato maravilloso, ni un cuento "gracioso". Lo mismo inserta Diderot en su obra una fábula, que introduce en ella una anécdota personal. Con Diderot, la novela acoge todas las formas y todos los tipos de escritura. El libro no es la exposición de una tesis, sino la búsqueda de una verdad y de una verdad que es ante todo individual. Tomando conciencia de su propia condición, Diderot consigue, como hiciera Montaigne, dominarla. Y es posible que, por ello mismo, el libro adquiera un alcance más grande; basta para ello acordarse de la célebre máxima del autor de los "Ensayos": "Todo hombre lleva en sí mismo la forma entera de la humana condición".