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Sinopsis
El flamenco, y mucho más aún el cante jondo, parece moverse en un mundo oscuro, cargado de sobreentendidos accesible sólo para un reducido círculo de iniciados. Palabras como «duende», «rajo» o la misma «jondo» tienen un cierto regusto mágico, casi de aquelarre. Y algo de eso tiene el flamenco. Si hay una música profana, hasta en sus manifestaciones más cercanas a la liturgia cristiana, ésa música es el flamenco. Si hay una música en la que el hombre es centro, ésa música es el flamenco. El cantaor, el bailaor, la guitarra, nos cuentan siempre una historia, una historia que nunca aparecerá en los libros de Historia, en la que las penas o alegrías, la pasión, la rabia, el amor, se viven; no se interpretan.