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Sinopsis
El volumen se completa con otros dos textos inéditos, tan sugerentes como intensos, Anfaegtelse y Te haré invencible con mi derrota. Tres obras en las que Angélica Liddell, una de las escritoras más emblemáticas de lo que va de siglo xxi, se interna por infiernos raramente visitados por la literatura española, con un estilo turbador y vibrante, sin concesiones, y haciendo uso de un hondo intimismo.
La casa de la fuerza nos habla sobre cómo «el amor fracasa, la inteligencia fracasa, y nos destrozamos los unos a los otros, por cobardía, y humillamos y somos humillados hasta el final», según la autora. Es una descarnada reflexión sobre la condición de la mujer en este siglo XXI y sobre el machismo cotidiano. Y en concreto, sobre los asesinatos y violaciones de niñas y mujeres que aún hoy tienen lugar en Ciudad Juárez (México). Todo ello dentro de un mundo «colorido por fuera y podrido por dentro», en palabras de Liddell.
En la lectura de La casa de la fuerza se superponen multitud de historias que están en juego al mismo tiempo: el desamor, la dominación de género, el dolor, el suicidio, la resistencia, la locura, mientras de fondo suenan rancheras, mariachis, pop y música clásica En definitiva, una trama marcada por el dolor y por la fuerza, como una forma de llegar a la calma espiritual.
En Te haré invencible con mi derrota, asistimos a un diálogo interno de la autora con Jackie du Pre (1945-1987) una de las mejores chelistas del siglo xx, fallecida a los 42 años. Un emotivo texto que trata el conflicto entre la materia y el espíritu, cuando el cuerpo y la enfermedad están por encima de la voluntad. Y ahonda en la belleza y en el dolor, un dolor personal que aquí se hace universal, y en la imposibilidad por parte de Jackie de seguir tocando el chelo a causa de una esclerosis que empieza a atrofiar sus manos antes de cumplir los treinta años.
Por último, Anfaegtelsees un canto afónico al amor en su versión más cruda, con su luz y sus tinieblas, al amor ya imposible que siente hacia David, un niño de diez años, mientras ajusta cuentas con la figura de la madre y del padre.«Anfaegtelse», que podría traducirse por «angustia«, «horror» o «inquietud» se repite como un mantra a lo largo de la obra. «Cuando amamos entramos en guerra, es decir, entramos en Anfaegtelse, y cada uno de nosotros será grande dependiendo de aquel con quien batalló», como dice Kierkegaard en Temor y temblor.