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Sinopsis
He aquí a Unamuno, Baroja, don Ramón del Valle-Inclán, Benavente y los hermanos Machado, entre muchos otros. He aquí su ingente labor literaria, sus inesperadas, sus deslumbrantes frases y actitudes. He aquí la atractiva sugestión de sus discursos, sus voces caudalosas que desbordan y enriquecen la realidad, porque la obra de la generación del 98 no sólo fue escrita, sino que fue también oral. Y esta última, por su misma libertad discursiva, por su fugacidad, resulta más personal, más reveladora de sus propias personalidades. Sí, esta obra pasajera, anecdótica, que saltaba en el arco de la ruidosa tertulia, en la discusión ateneísta, en la rabia de un momento de acaloramiento, es de singular significado para conocer a los hombres que nos la ofrecen. Alfonso Reyes escribió en cierta ocasión que «hay que interesarse por las anécdotas», y se refería con esto a que la anécdota es, por esencia, reveladora. Y muestra en primer plano la psicología de sus autores, su perspicacia, su rapidez de respuesta, sus trasfondos, sus certeros diagnósticos ante una situación determinada. También su agudeza y capacidad de respuesta; además de la finura espiritual, el ingenio y el talento literario en una palabra.José Esteban. (Sigüenza, Guadalajara, 1936) ha repartido su vocación literaria entre la edición, la investigación, la crítica y la novela. Como escritor ha cultivado numerosos géneros y en el catálogo de Renacimiento y Espuela de Plata pueden encontrarse una buena muestra de sus trabajos con libros como Vituperio (y algún elogio) de la errata (2002), Judas... ¡Hi... de puta! Insultos y animadversión entre españoles (2003), Las mil y una palabras de casa de putas (2005) o El epigrama español (2008). Su labor como librero y editor de Turner fue fundamental para animar la cultura española durante el postfranquismo y la transición.