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A partir de una batería de ejemplos, incluidos varios casos de consultores que tomaron las riendas con resultados desastrosos, las autoras destapan las dinámicas y los efectos dañinos de esta gran industria. Gracias al espejismo de que son fuentes objetivas de experiencia y capacidad, estas firmas -cuyo interés no suele coincidir con el colectivo- venden sus servicios a gobiernos reacios al riesgo y a empresas centradas en maximizar el valor para el accionista. Mientras aplican un barniz de autoridad, arraigan en sus clientes el pensamiento a corto plazo y una merma de sus conocimientos especializados y su capacidad de aprender. Por si fuera poco, nuestros mejores y más brillantes licenciados a menudo se desvían del servicio público a la consultoría.
Al tiempo que defiende con brillantez un nuevo sistema en el que los sectores público y privado trabajen de forma innovadora por el bien común, este libro demuestra que no podemos externalizar la gestión de nuestras vidas y esperar seguir siendo prósperos, democráticos y libres.