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Sinopsis
Podría parecer un poco exraño que los autores de este libro sean un filósofo y un químico. Esto sólo se puede explicar por sus "derivaciones". El filósofo es muy aficionado a la filología. El químico siempre ha sentido una profunda inclinación hacia el arte, principalmente la pintura, la poesía y el cine. El filósofo piensa que la filología puede ofrecer muchas posibilidades para desarrollar profundos pensamientos y curiosas refelxiones, como un bello juego entre ironía, humor y sabiduría, que guardan las palabras como "casas del ser" (Heidegger). Con un poco de paciencia y un mucho de afición (ganas de saber) cualquiera puede manejar todo lo relacionado con el lenguaje utilizado en este libro (raíces, relaciones, ironías, sugerencias...), aunque nunca lo haya estudiado en el Instituto o la Universidad. El químico sabe que el espectador de sus pinturas puede meterse confiado dentro de ellas, ya que, en este caso, se trata de imágenes que animan a la creación de palabras, porque el dibujo te traslada a la otra orilla del lenguaje, y te permite iniciar un camino apasionante, hasta ahora desconocido. Experiencia similar a la del bañista que, en el caluroso verano, se introduce sereno y tranquilo en una piscina donde sabe que puede hacer pie cuando quiera. O como el que visita solo un museo. ¡Los caminos de la felicidad son insospechados. Pero no existen para los abúlicos!