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Sinopsis
Eduardo Navarro y Adolfo Suárez se conocieron en 1959, cuando el primero era un prestigioso falangista con un futuro prometedor y el segundo un ambicioso joven de provincias recién llegado a Madrid dispuesto a comerse el mundo con su simpatía desbordante y su enorme poder de seducción. Su amistad, fraguada en el colegio may or Francisco Franco y consolidada en la etapa que pasaron juntos en la Secretaría del Movimiento, cambiaría para siempre el destino de Eduardo, que consagró su vida a Adolfo Suárez, sirviéndole en todos los caminos que emprendió a partir de entonces, y muy especialmente en su etapa como presidente del Gobierno. La Transición fue una empresa arriesgada y difícil como pocas que necesitó multitud de actores. Algunos, como el rey Juan Carlos I o el propio Adolfo Suárez, brillaron con luz propia. Lideraron el cambio que supuso la disolución de las Cortes franquistas, la aprobación de la Ley para la Reforma Política, la legalización de los partidos en la oposición, la convocatoria de las primeras elecciones libres o la aprobación del texto constitucional de 1978. Pero hubo otros protagonistas no menos importantes que permanecieron voluntariamente en la sombra. Personas como Eduardo Navarro Álvarez que, con su trabajo leal y silencioso,