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Sinopsis
Aunque las tensiones sociales son probablemente tan viejas como la historia, las sociedades del siglo XIX engendradas por la industrialización, muestran una conflictividad más consciente y más explícita en cuanto a su influciencia histórica. Esta renovada y visible conflictividad se articula en torno a un nuevo elemento social: la clase obrera. Es éste un sector de contornos poco precisos, que experimenta una acelerada evolución a lo largo del siglo y que, si bien no abarca, en muchos países, a la mayoría de la población trabajadora, se convierte, sin embargo, en el punto de referencia fundamental de los m ovimientos sociales nacidos en el vaso mundo de los desfavorecidos. Cuando se inicia el siglo XX, los movimientos sociales -y en particular el movimiento obrero-son ya, por la amplitud de sus componentes y por el eco de sus proyectos, un elemento esencial del mundo contemporáneo. La historia ya no podrá entenderse, ni hacerse, sin ellos.