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El mejor retrato de las luces y las sombras de una ciudad de provincias a finales del siglo XIX a través de los ojos de una mujer adelantada a su tiempo.
Sinopsis
«Marineda, en mi niñez, era un navío en cuyos cordajes y arboladura no cesaba de engolfarse, de silbar, de rugir, la furiosa ventolera. Había sitios por donde era absolutamente imposible transitar en horas y días dados: boquetes donde el hálito de un millar de gigantes barría al incauto que en ellos se aventuraba. El mar, loco de espanto, escupía los barcos a la costa; volaban chimeneas y aun tejados enteros; hasta se cuenta que voló un procurador, quedando medio hecho tortilla».
Es a esa Marineda a la que nos conduce Emilia Pardo Bazán con sus novelas, en especial con La Tribuna. Con este mapa nos sentimos como los viajeros que llegan a la estación de Marineda al anochecer y no pueden reprimir una exclamación de entusiasmo: «Las luces del caserío señalan como inmensa hoz de oro sobre la extensión de la serena bahía, mientras el faro guiña su pupila de lumbre. Creeríase que aquella diadema de faroles de clarísimo gas ciñe la frente de una metrópoli de doscientos mil habitantes lo menos. Casi nadie omite decir que Marineda, al verla acercarse desde las ventanillas del vagón, «engaña»».