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Sinopsis
«una inmóvil capa de muertos situada entre la esfera de las piedras y la esfera de la vida», y da pie al sentido final de esta novela: una profunda lamentación ante la absurda deriva de aquellas sociedades humanas en las que, a lo largo de los siglos, el progreso solo ha sido una forma engañosa de regresión. Para ello, con estrategias propias de la ciencia ficción, César Martín Ortiz elabora una trama de episodios concéntricos de gran diversidad expresiva y argumental (distintas voces narrativas, pasajes en prosa de época, diálogos de ágora helénica, crónicas de un futuro remoto, gafas de descanso, abducciones, estructuras sociales claustrofóbicas, invención del necrófono, guerra de España) que se desarrolla en el planeta Madre, habitado por Escientes y por Personas, o en el mismo planeta Tierra en que los sapiens, regidos por la moral de la propiedad, la ostentación, la proliferación mercantil del miedo y la planificación del descontento, no han sembrado otra cosa que muerte y destrucción. Un hilo conductor sutil y nada complaciente enlaza estos mundos paralelos, Madre y la Tierra, a través de la expedición que emprenden juntos y continúan por separado el Segundo Piloto (que es humano) y el Navegante (que es Persona), perdidos ambos en una misión que ni ellos mismos saben con exactitud en qué consiste y que lo mismo les permite conocer hábitos antropológicos a un tiempo futuristas y ancestrales que comprender los irreversibles desenlaces de la humanidad. Todo lo cual hace de Necrosfera una novela ambiciosa y escrita sin concesiones, de gran solidez intelectual, contundente expresión literaria e inexorable autonomía interna de hecho, puede decirse que no solo incluye su propósito formal al referirse a «los problemas inherentes a la invención de cuentos, tales como ser respetuoso con el carácter de los personajes, preparar el desenlace desde el principio dando sutiles pistas, evitar los deus ex machina», sino que da cuenta explícita de su sentido al sostener que «inventar relatos era la forma en la que se modulaba un cierto tipo de existencia», lo que, por tanto, implica una lectura exigente y radical.