Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Fisiólogo eminente, formado en Alemania, Juan Negrín López (Las Palmas, 1892 - París, 1956) fue un hombre comprometido con su tiempo que abrigó convicciones ideológicas democráticas, republicanas y socialistas. Esta triple inclinación le llevó a abandonar su brillante carrera como investigador para ostentar crecientes responsabilidades políticas durante los años de la Segunda República y la Guerra Civil Española. Activo diputado socialista en las tres legislaturas republicanas, cuando se inició la contienda fratricida se hizo cargo con eficacia del Ministerio de Hacienda. Y desde mayo de 1937 hasta la derrota final en marzo de 1939 ejerció como un enérgico y voluntarioso presidente del Gobierno.
En esa calidad, el doctor Negrín se convirtió en el máximo antagonista del general Franco y llegó a personificar el espíritu de resistencia de la República con tanto fervor e intensidad como el Caudillo llegó a representar al enemigo vencedor. Su posterior caída en el olvido y el silencio fueron tanto resultado de la derrota como de las amargas divisiones que fracturaron al bando republicano durante el conflicto y el posterior exilio.