Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
"A principios de 1945, el cerco sobre el territorio japonés se había estrechado. Una a una, las principales bases japonesas en el Pacífico habían caído en manos norteamericanas siguiendo la estrategia de aproximación indirecta diseñada por el Almirante Nimitz, Comandante en Jefe de la Flota del Pacífico. En un principio, Formosa y Okinawa compitieron a la hora de ser el siguiente objetivo tras Iwo Jima, conquistada en marzo de 1945 después de un mes de enconados combates. Sin embargo, fueron dos las razones que llevaron a los planificadores a decantarse por Okinawa. Por una parte, su cercanía al archipiélago nipón hacía de ella una base perfecta para que la fuerza aérea de caza custodiara a los bombarderos que descargaban sobre suelo japonés. Por otra, las islas Kerama, con sus aguas profundas y su orografía protectora servirían como refugio idóneo para la Armada estadounidense.
Por su parte, el mando japonés del 32 Ejército que defendía la isla, Mitsuo Ushijima, planificó una defensa en el interior, abandonando las playas a los invasores, algo que difería de lo hecho hasta el momento.