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Sinopsis
El olvido según algunos es sinónimo de concordia, para otros lo es de injusticia. Para algunos historiar adecuadamente lo que hasta ahora ha sido ocultado y falseado es abrir heridas, para otros significa restañalas, aliviarlas con el bálsamo del conocimiento y devolver a las víctimas una dignidad que les fue robada junto con su vida. Pero no tratemos ahora de invertir los términos. No hagamos viles despojos de los que un día fueron héroes, ni héroes de los que un día fueron tratados como perros. Hagamos de una vez justicia con nuestra propia historia, hagámonos justicia a nosotros mismos. Investiguemos la realidad de los hechos, computemos el número de víctimas, no para arrojarlas a la cara de nadie como revancha, hagámoslo como contribución leal y honrada a la Historia. Descubramos e interpretemos las circunstancias sociales, humanas y políticas del fenómeno de la represión, acerquémonos, si queremos, a las historias personales para conocer y recoger el calor humano y el sabor agrio de las tragedias que estigmatizaron a nuestros antepasados. Así conoceremos mejor las capacidades del hombre para soportar el sufrimiento y el escorpión del dolor. También bajaremos hasta ver las posibilidades que el hombre tiene para el odio, la saña y la violencia. Detrás de esta historia indudablemente hay un desgarro. Desconocerlo, no lo cura. Conocerlo, nos puede llevar a la aceptación de su hecho histórico producido por unas razones sociales, históricas, culturales y políticas que no lo justifican, sólo lo describen. Conocerlo nos puede ayudar a avalorar la democracia, movernos a ejercitar la tolerancia, inclinarnos a saborear LA LIBERTAD.