Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
¿Existe la filosofía romana o es acaso lo que se tiene por tal un apéndice de la especulación griega y más en concreto helenista, sin personalidad definida y de valor muy inferior? Interrogar de esta manera mueve a confusión, pues la respuesta dependerá de lo que se entienda por "filosofía". Si, pongamos por caso, las reflexiones platónicas y aristotélicas en aquellas obras que la tradición académica ha consagrado corno más estrictamente filosóficas, la especulación romana podría quedar en un segundo plano, como por lo común sucede en el mentado mundo académico; pero si se piensa que la filosofía es o puede ser la autoconciencia (crítica o no crítica, ese es otro problema) que una época tiene de sí misma, parece entonces evidente que los romanos sí tienen una filosofía propia, en la medida en que reflexionaron con sorprendente lucidez sobre sí mismos y su ubicación en el mundo. Por ello, y para evitar innecesarios malentendidos, he rotulado el presente estudio con el título general y más ambiguo de "pensamiento romano", pues sucede que las categorías hermenéuticas de las que habitualmente nos servimos para estudiar la filosofía griega no valen para Roma; con mayor exactitud, si se aplican de manera mecánica no sale nada o resulta un producto cultural diluido y de poca calidad en comparación con el heleno, lo cual no es problema de los romanos, sino de las categorías o al menos de su utilización indebida y abusiva.