Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Una tarde de domingo de 1978, un año después de regresar de su exilio en Londres, Joaquín Sabina se llegó hasta el Colegio de Ingenieros de Madrid, donde Joaquín Carbonell ofrecía un concierto, y al final de éste se acercó a saludarlo. Desde ese día se vieron con frecuencia, cantaron a Brassens un par de veces en La Mandrágora y alimentaron una amistad que va y viene con el tiempo.
Pongamos que hablo de Joaquín es un intento por acercarse a la deslumbrante personalidad del cantautor español más aplaudido. Joaquín Sabina es un fenómeno que supera el estricto ámbito de la música. Considerado como el autor que ha aportado una nueva dimensión a la música popular en lengua castellana, su reconocimiento en España y América Latina supera todas las previsiones.