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Sinopsis
Nace un nuevo número de Principia Magazine, pero no es un número cualquiera. Hace un tiempo leí en una entrevista que lo difícil de una publicación no era sacar el primer número sino el cuarto. Pues bien, este es el cuarto número de Principia, así que según el entrevistado ya podemos decir que ha pasado lo peor. Pero eso sería engañarnos porque no es cierto. Sin embargo, y esto se debe a meras cuestiones conceptuales, este cuarto número, segundo episodio de la segunda temporada, sí que tiene una connotación especial, un aroma particular, y es que es un número que nos permite ver una luz al final del túnel.
Esa luz de la que hablo hace referencia al concepto en el que está basado este nuevo número de Principia, que convierte a este en un episodio optimista, de reconciliación y críticas constructivas, de retos y superaciones. Un episodio con el que queremos celebrar haber sido galardonados con el Premio Prismas a la mejor web de divulgación científica, otorgado por Museos Científicos Coruñeses.
En este cuarto episodio hablaremos de algo tan curioso como que el color no existe ¿qué, no lo sabías? Pues así es. Además, hablaremos de las peculiaridades de aquellos que tienen hábitos nocturnos y de quienes prefieren la primeras horas del día. Contaremos las aventuras de los héroes del conocimiento, que pusieron en riesgo su salud y su vida por ayudar a los demás, así como de la importancia del lenguaje para hacer llegar a la sociedad los mensajes con claridad y eficacia. También os contamos qué son y desde donde ver las mejores auroras boreales en todo el mundo y en la sección de mujeres de ciencia contaremos la historia del manuscrito perdido de Erika Cremer.
Además, artistas que consiguieron retar a la clásica línea recta, la tecnología en la educación, la novela Dune y su peculiar ecología, televisores que roban el alma, Hemingway y la demencia o los recuerdos de cuando nacimos serán parte importante de las historias que podrás encontrar.
Esperamos que disfrutes de este episodio lleno de luz, esa que guía el ritmo circadiano, la que posibilita a las plantas obtener energía y la misma que permitió a los hermanos Lumière convertir los sueños en realidad.