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Sinopsis
El Retrato de la Lozana Andaluza es una obra singular cuyo único ejemplar conservado se imprimió como obra anónima en Venecia sin indicación de lugar ni de año, y no debió de circular por España, ya que no figura en el Cathalous del inquisidor Valdés (1599).
Conocemos la identidad del autor de La Lozana gracias a que el propio Francisco Delicado da cuenta de ello en su introducción al Primaleón, donde revela haber compuesto una obra en el común hablar de la polida Andalucía. Poco más sabemos, salvo que emigra a Italia, se ordena sacerdote, enferma de sífilis (enfermedad que planea durante toda la novela) y sale de Roma tras el Saco de la ciudad por las tropas de Carlos V (1527) para refugiarse en Venecia, donde logrará imprimir el Retrato.
En apariencia, el clérigo Delicado nos sumerge en una novela dialogada de estirpe celestinesca. En ella retrata los avatares de una prostituta nacida como Aldonza y rebautizada ya como Lozana cuando ejerce sus oficios en la Roma contemporánea al célebre Saco. Sin embargo, Rosa Navarro Durán demuestra que el autor va más allá del mero retablo de cortesanas y rufianes. Pues, argumenta la catedrática, tras la máscara de los caracteres principales se esconden personajes históricos de la política del momento que el autor pasará bajo el filo de una aguda sátira. Un afinado pasquín en el que descubrimos al papa Clemente VII, los Medici, los Borgia, Francisco I de Francia y otras muchas figuras que Delicado satiriza, a la par que ensalza los triunfos de las tropas españolas en Italia.
Y como broche recogemos las palabras de Navarro Durán que sirven de epílogo a este apasionante prólogo:
El Retrato de Lozana Andaluza está lleno de movimiento, de
voces, de colorido. Vemos las calles de Roma, oímos italiano
y catalán además de castellano oímos a la cortesana y a sus clientes, nos
damos cuenta de la astucia de Lozana, de sus engaños, de
su arte para sobrevivir: sabe cocinar, hacer afeites, sabe remedios
para muchos males y, sobre todo, sabe venderse ella
misma muy bien. El sexo es el asunto central, desde el gozo
de la propia cortesana con su joven criado, de los demás al
mirarla, al poseerla
Y luego la comida, vivida como arte, con especialidades judías, que complementa el placer del sexo: la Lozana Andaluza es una experta en el arte culinario, que le enseñó su abuela, de quien heredó además la belleza, instrumento esencial para su oficio.