Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Agustí Calvet más conocido por el seudónimo de Gaziel publicó en el periódico El Sol, entre 1925 y 1930, un centenar de artículos, en su mayor parte nunca publicados en forma de libro. En sus colaboraciones para el diario madrileño, el periodista va más allá de la actualidad política y reflexiona, desde su privilegiada atalaya, sobre cuestiones de actualidad como la política europea de entreguerras, la dicotomía Europa-América y, especialmente, las dificultades del encaje catalán en la vida política española. Sus reflexiones de una actualidad sobrecogedora son, en palabras de Francesc-Marc Álvaro, «una voz que ilumina la historia de España y de Cataluña con la luz oblicua de la duda, la experiencia y la honestidad» y confirman a Gaziel como el periodista catalán más importante de la primera mitad del siglo XX.
«Hasta ahora, cada vez que en Castilla se ha planteado el problema de las diversidades peninsulares, la tendencia predominante ha sido la de tratarlas por un método completamente anacrónico: el de la uniformidad imperialista []. Querer en nuestros días solventar el problema de las diversidades peninsulares, reduciéndolas todas y borrándolas bajo la imposición exclusiva del matiz representado por una de ellas, sería un error tan grave y una ilusión tan vana como pretender acrecentar la legítima influencia que Castilla puede ejercer en la América española yendo otra vez a ella armados de pies a cabeza, para conquistarla de nuevo.»