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Su particular dueña, nos desgrana -rodeada de unos fabulosos Jason Gallant, William Campbell y demás clientes que por allí paran- sus filias, fobias e ilusiones a ritmo del Highway 61 Revisited de Dylan, el Hard Again de Muddy Waters o el Closing Time de Tom Waits. El regusto que deja su lectura es, flagrantemente, el de un irresistible amargo sabor a celulosa y plástico.