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Sinopsis
Un caso especial de esta confusión de espíritu es la palabra Dictadura. Tanto los que la defienden, como los que la atacan, no se encargan nunca de explicar lo que entienden por ella. Y, así, es vulgar oponer Dictadura a Democracia, a Liberalismo, al Parlamentarismo. La oposición es falsa: el concepto de dictadura no se opone a ninguno de estas; puede coexistir con ellas. Dictadura quiere decir simplemente poder político absoluto, esto es, sin obstáculo práctico excepto la revuelta armada. La monarquía absoluta, por ejemplo, es una dictadura hereditaria. Si ese poder absoluto fuera otorgado como, por ejemplo, a Hitler en Alemania por mayoría de votos en sufragio universal, esa dictadura será democrática, porque gobernar en virtud de tal mandato es lo que constituye la democracia. Si ese poder absoluto es ejercido, como puede ser, con pleno respeto por la libertad de opinión como lo ejerció en Prusia Federico II, que permitía toda crítica a su persona, que dio refugio (él, protestante oficial y masón) a los jesuitas expulsados de tantos países esa dictadura será liberal, pues el liberalismo consiste en la tolerancia ante todas las opiniones y la expresión de las mismas. En el fondo, en la realidad, todo gobierno es una dictadura porque en todo gobierno debe forzosamente residir el poder que, por su naturaleza, no es divisible, siendo pues absoluto. Existen, tan sólo, las dictaduras de las personas con las que simpatizamos, y a esas las llamamos gobiernos legítimos; y las dictaduras de las personas con quien no simpatizamos, y a esas las llamamos tiranías, o dictaduras».