Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
«Que sea mi vida mucha, o que sea poca,
importa poco; solo el que bien muere
puede decir que tiene larga vida.»
(Trato de Argel, Primera jornada)
Desdeñado en su tiempo, ensombrecido por la popularidad de Lope de Vega y castigado por la incomprensión de un público incapaz aún de percibir su originalidad e innovación, el teatro de Miguel de Cervantes se asemeja en muchos aspectos a su obra narrativa. Así, el uso del diálogo como medio conductor del relato, las situaciones cómicas, los personajes estrafalarios -en definitiva, los estandartes propios del universo cervantino- fluyen también a lo largo de sus ocho comedias, ocho entremeses y dos piezas sueltas.
El Príncipe de los Ingenios siempre habló del teatro como su gran vocación. La presente edición, al cuidado del catedrático y cervantista Florencio Sevilla Arroyo, reúne la totalidad de su producción dramática, a la que el paso del tiempo y el buen juicio que la distancia regala al lector han concedido el lugar que le corresponde.