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Sinopsis
Estamos hechos de palabras. Cuando nacemos alguien nos pone nombre y ya somos Verbo para siempre. Otra cosa es que tengamos cara de llamarnos de otra forma y vayamos por la vida con el paso cambiado. Nombrar no es fácil. Vivir, tampoco. Menos mal que existen las jóvenes promesas de la enseñanza, los dobladores de películas porno, los becarios que aprenden idiomas en manuales de otro siglo, los cantantes que inventan en inglés, los toreros que eligen nombre equivocado y las trapecistas adúlteras. Menos mal que los cuentos ponen orden en un mundo donde la traducción simultánea no es lo que parece, las monjas rezan nombres de frutas y el desamor teclea en vano el estribillo de siempre. Benditos cuentos. Si no fuera por ellos, que nacen de lo que callamos, seríamos reglas sin excepción alguna, y vagaríamos mudos y aburridos por el áspero sendero de la gramática.